17.7.08

first impressions

Sigo algo perezosa, aunque tanto ayer como hoy he salido de excursión y he pasado ya algunas horas jugando con mi mapa y probando autobuses por el Downtown y Capitol Hill.

He pasado los últimos dos días dormitando en los sofás de todo el que se me pusiera delante, atacada por una versión extrema de jet-lag benévolo (se supone que es peor a la vuelta) causado en parte por un trayecto previsto de 17 horas que acabó convirtiéndose en un horror de 23 horas interminables debido al infortunio y al over-booking. Se supone que necesito un ciclo de sueño más para superar el desajuste, pero estoy muy debilucha así que no me extrañaría que tardara algo más.

Las circunstancias han querido que me disponga a pasar los próximos cuatro días en la granja a mis anchas, puesto que mi hostalero ha salido unos días de viaje.
El plan, lejos de resultar inconveniente, me parece de lo más brillante. Pocas cosas son más vergonzosas que andar hecha unos zorros ante los ojos de aquellos que queremos que nos vean en perfecta forma. Nuestras personas favoritas son guays, pero su presencia puede resultar algo estresante cuando uno se encuentra bajo presión.

Es por ese mismo motivo, y por que en el fondo, estoy haciendo lo que estoy recibiendo por lo que el plan se desarrollara de inmediato. Yo también intimido y hago que mi hostalero se sienta demasiado ‘self-conscious’, por lo que la semana que viene me mudaré al apartamento del centro. Lo cierto es que nos distraemos en exceso con tanta cháchara y tanto reflexionar y profetizar y decir sandeces. Así no hay quien escriba. Así no hay quien componga canciones. Así no hay quien se gane el pan.

Total, que en este momento soy una mujer liberada, tras acordar tácita pero explícitamente con el hostalero y con el otro amigo al que también estoy distrayendo (que tiene que acabar su disco antes de que termine el verano también) que nos emplazamos a reencontrarnos en un festín de horas libres en un par de semanitas. Andamos tan emocionados con la perspectiva de tener días de vacaciones que entre los tres ya hemos preparado una excursión al norte del estado y un poco de monguilismo por el sur a mediados de mes.

Eso es, en parte, por que las primeras semanas de trabajo en Seattle van a ser super relajadas obligada por la corporación a tomármelo con calma al principio.



Todo bien. Sigo sin cámara pero ya tengo móvil. Ilustro el post de hoy con una foto robada del restaurante donde he ‘cenado’ bien acompañada. Se llama Le Pichet, aunque yo disfruto más llamándolo de otro modo. Los americanos son graciosos cuando quieren ser sofisticados. No lo hacen mal, de hecho, diría que lo hacen mejor que nosotros, sólo es que… bueno, no puedo evitar pensar en ‘Les Frêres Heureux’, el restaurante de los Crane. Ja m’enteneu.