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De “Agaetys Byrjun” de Sigur Ros a “Funeral” de Arcade Fire
Calificar una tendencia musical con el apelativo “rock épico” es, cuanto menos, una osadía- por lo menos, a primera vista. Pero basta con echarle una ojeada a lo que ha pasado por esta revista en los últimos años para entender que, aunque desmesurado, el término “épico” es el más apropiado para referirse a este aluvión de bandas intensas que han cedido a la hiper-emotividad instrumental y se han hecho un hueco en nuestras páginas a golpe de codas en crescendo. Violines que avanzan en masa como los caballos desbocados de Yukio Mishima (Sufjan Stevens “Come on Feel the Illinois”, Asthmatic Kitty, 2005); Sintetizadores que densifican, texturizan y abusan del tímpano (Patrik Wolf “Licanthropy” Tomlab, 2003) ; cantantes que abrazan la histeria vocal y cantan como lo hacen las ballenas (Sigur Rós); Un nudo en la garganta que, de modo más o menos explícito, lleva a Brian Wilson y Van Dyke Parks en un recorrido multi-estilístico y transversal.
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