30.8.05
27.8.05
25.8.05
22.8.05
16.8.05
Aspectos de Morgan
Leo Aspects of the Novel de E.M. Forster. El librito recoge la transcripción de unas Clarks lectures en Cambridge en 1927. Aunque se convirtió en un éxito de ventas en el momento de su publicación (o precisamente por eso), el ensayo no se ahorró la respuesta contundente de la crítica dura del momento. I.A. Richards y F.R. Leavis, entre otros apasionados y trascendentalistas anti-bloomsberries que se sumaron al aluvión de mala baba, tacharon la obra de "insulsa" por su falta de "rigor intelectual" ["(I) was astonished at the intellectual nullity that characterized them" Leavis sobre las charlas.] Huelga decirlo, la parejita de canonizadores nunca ha gozado de mis simpatías (muy gozosas para quienes las disfrutan, debo añadir) así que comentarios tan insidiosos como estos sólo añaden más leña al fuego apasionado de mi super-poder de indignación.
Forster por Dora Carrington (protagonista del próximo post, por cierto.)
Lo cierto es que Forster no pretendía epatar al público asistente pero sí gustar. Le gustaba gustar. El camino que siguió su novella 'Maurice' es sólo la punta de lanza; se le recuerda constantemente preocupado por la opinión ajena, mucho más, se entiende, de lo habitual en un escritor inglés (dos aspectos del ser vanidosos por definición). Estas no son las lectures del famoso Curso de Literatura Europea)de Nabokov. De hecho, son justo lo contrario. Forster no teoriza, sólo habla de manera honesta y sin complejos sobre sí mismo: cómo construye sus castillos en el aire, qué valora en una novela propia o ajena o cómo se enfrenta a sus demonios privados.
Diría que de la lectura de esta obrita se extraen dos conclusiones. La primera, que Forster es un tío muy guai. La segunda, menos pedestre, es que este libro es lo más parecido al perfecto manual de consejos para el escritor novato (de ahí su puesto de honor en las bibliografías básicas de los creative writing workshops del planeta). Vamos, doblemente guai, sensacional.
Cito y cierro: 'Yes - oh dear yes - the novel tells a story.'
Forster por Dora Carrington (protagonista del próximo post, por cierto.)
Lo cierto es que Forster no pretendía epatar al público asistente pero sí gustar. Le gustaba gustar. El camino que siguió su novella 'Maurice' es sólo la punta de lanza; se le recuerda constantemente preocupado por la opinión ajena, mucho más, se entiende, de lo habitual en un escritor inglés (dos aspectos del ser vanidosos por definición). Estas no son las lectures del famoso Curso de Literatura Europea)de Nabokov. De hecho, son justo lo contrario. Forster no teoriza, sólo habla de manera honesta y sin complejos sobre sí mismo: cómo construye sus castillos en el aire, qué valora en una novela propia o ajena o cómo se enfrenta a sus demonios privados.
Diría que de la lectura de esta obrita se extraen dos conclusiones. La primera, que Forster es un tío muy guai. La segunda, menos pedestre, es que este libro es lo más parecido al perfecto manual de consejos para el escritor novato (de ahí su puesto de honor en las bibliografías básicas de los creative writing workshops del planeta). Vamos, doblemente guai, sensacional.
Cito y cierro: 'Yes - oh dear yes - the novel tells a story.'
15.8.05
a falta de ophelias...
Una compensación. Nuestra reciente visita a la (otrora) esencial Tate Britain fue algo decepcionante. La sala de los Pre-raphaelites, objetivo último de nuestra excursión, estaba cerrada por reformas. Para compensar, la Tate ofrecía una exposición magnífica sobre el culto a la juventud en los últimos años de la época victoriana. De lo visto me quedo con la obra de un yanqui en pleno countryside. John Singer Sargent, 'Carnation, Lily, Lily, Rose' (sí, sí, como el lullaby).
Needless to say, el espíritu Carroll en todas sus facetas (niños, cuentos, mates) era un elemento más en la exposición. Para muestra, un botón.
Needless to say, el espíritu Carroll en todas sus facetas (niños, cuentos, mates) era un elemento más en la exposición. Para muestra, un botón.
12.8.05
blogs
'It is the nature of the artist to mind excessively what is said about him. Literature is strewn with the wreckage of men who have minded beyond reason the opinions of others.'
Virginia Woolf. "A Room of One’s Own" (1929).
Virginia Woolf. "A Room of One’s Own" (1929).
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