10.1.06

Todo lo que hoy podría contarles.


Hojas tras el descanso navideño.

1.- Podría hablar del insulto recibido esta mañana, del ultraje inmundo al que he sido sometida. Podría de no estar consumida por la rabia - toda pasión apagada.

2.- Les hablaría de consumismo o, como otros dirían, del Acto Consumista, así, en mayúsculas. Pero sería tan inútil como explicar a un moje célibe que es el erotismo, pues difícilmente comprenderían el motivo de mi orgásmica alegría al reencontrarme ayer con mi bufanda favorita, hoy con el anhelado cuaderno de mis sueños. Aquí, tan cerca.



3.- De hecho, ahora que me acuerdo, yo quería escribir algo en defensa de la impostura, de la falsedad. (Ciento cincuenta y dos auto-celebradas páginas de mala ficción sobre el asunto son la prueba definitiva de mi amor platónico por el disfraz de la verdad.) Esto viene a cuento hoy, precisamente, a raíz del sonado artículo sobre la autoría de las novelas de JT Leroy en The New York Metro que recupera (¿ahora? ¿a estas alturas?) El Periódico del día. Del cadáver exquisito más ídem de la historia de la literatura he leído Sarah, admirable y repugnante a partes iguales. Desde la aparición del artículo (duda fundada) dos meses atrás he estado planeando un post al respecto. Es evidente que alguien se ha adelantado a la sardina y nada de lo que yo vaya a decirles les sonará a nuevo. Así pues, elegantemente, le cedo la palabra a la prensa de allí y a la de aquí. También a la de hoy por que, aunque algo rezagada (ridícula, puritana y cutre salchichera) ha actuado como recordatorio de un post en constante retraso (como todo lo demás.)