Me cuesta lo mío, pero vivo bien.
Bien lo que se dice Bien.

(Aunque no tan bien como Lytton Strachey, que siempre andaba repantingado por algún jardín ajeno en su hamaca -se la traía de casa, eso sí. Miren como se ríe. Vuelvo a leer sus 'Eminent Victorians', para distraerme antes de dormir)