El Último Clásico
Tracey Thorn
‘A Distant Shore’
Cherry Red, 1983
De entrada, advierto que esta crítica tiene poco de profesional y mucho de personal. Parte del encanto de esta sección reside precisamente en nuestros esfuerzos por demostrar al lector que aquello que nosotros consideramos (a título privado, casi biográfico) un clásico indiscutible es un trabajo sólido por sus propios encantos. Se trata en el fondo, de una parte de esta revista dedicada a justificar las elecciones más personales de los que en ella escribimos.
Valga este principio como, más que justificación, advertencia de lo que sigue. Lo que aquí se relata es puramente biográfico y si no le interesa, mejor deje de leer ahora mismo.
Y sí, este preámbulo es à la Montaigne. ¿algún problema?
Por Banessa Pellisa
Ahora viene el momento ‘Días de Radio’. Tenía quince años y vivía en un agujero infernal en el sur de Cataluña. Sufría de todo el angst propio de los adolescentes sensibles y además me creía muy lista. Tanto, que una de mis mayores aficiones era llevar un programa de radio local que escuchaba por lo general mi abuela y (a veces) algún novio mío y considerarme por ello la más precoz de las periodistas musicales del país. Entre clase y clase preparaba guiones, escribía artículos para mi fanzine y empezaba a dibujar en mi cabeza lo que más tarde sería un proyecto de empresa discográfica.
Hablaba mucho, como ahora. Escribía muchas cartas y por lo general, ‘me comunicaba con fluidez’ y asiduidad. Tanto que fui adoptada como una especie de mascota indie por muchos de mis conocidos en el shithole. Uno de ellos, fotógrafo de profesión, hombre sensible y poseedor de una notable colección de discos, no entendía nada de lo que pasaba por mi cabeza, naturalmente.
Para compensar la incomodidad de la situación me regaló dos cintas. Una llevaba el ‘Colossal Youth’ de Young Marble Giants por una cara y el disco de Statton y Spike como Prince of Wales por la otra. La otra llevaba el primer disco de Marine Girls y el disco en solitario de Tracey Thorn. Huelga decir que eran cintas de 46 minutos.
Llegué a casa con los cassettes tras haber pasado una velada algo extraña en casa del susodicho conocido rodeada de gente que me pasaba veinte años y hablaba con gran aplomo. No recuerdo mucho, pero sí una leve sensación de embriaguez. Era tarde, pero me senté en la cama en la habitación en casa de mis padres que compartía con mi hermana pequeña y puse la cinta. Se oía ruidito, una guitarra rasgada y una voz clara y segura tan cálida y tan asertiva que penetraba en la más asustada de las mentes teenagers del mundo. Mi hermana pequeña se despertó y tuve que parar la cinta.
Al día siguiente, volví a intentarlo, esta vez a solas. A los dos minutos de haber escuchado ‘Simply couldn’t care’ me resbalaba una lágrima por la mejilla. A los cinco minutos ‘Seascape’ me puso la piel de gallina. A los diez minutos, con “Femme fatale” entré en pleno éxtasis.
Tracey Thorn tenía 20 años cuando grabó A Distant Shore. Es el disco de dormitorio por excelencia: grabado con los mínimos recursos (138 libras) y construido para parecer deliberadamente simple sin serlo. Influenciada por la bossa-nova más suave (no la locura jobimesca, ni la fiesta de Vinicius, si no el sonido cálido de Toquinho- ya saben, un poco mate) y el punk más pérfido, Thorn llevó el do-it-yourself a cotas nunca alcanzadas. Sí, se podía hablar de ser chica y de ser joven y de andar algo despistada. Se podía ser incurablemente romántica y frágil sin dejar de ser fuerte como ella. Tracey melodiosa y dominante canta ‘Feelings can get left behind/So keep your love and I`ll try to keep mine.’ en ‘Small Town Girl’ y cuesta imaginar una píldora de verdad concentrada más emotiva y desnuda. La mayor calidad de este disco es una honestidad embarazosa, tan desnuda que da reparo escuchar. Susceptible de ser considerada vulnerable, Thorn nos cuenta todas sus penas y miedos con total sinceridad. El resultado, lejos de hacerla frágil produce el efecto contrario. Esta fue la primera paradoja que encontré en el pop y la que más fascinación me despertó. Aquí se vencen los miedos hablando de ellos. ¿Les suena?
Marine Girls serán siempre recordadas por ser encantadoras y brillantes en su género, pero la honestidad brutal de las pequeñas homilías de Thorn no tiene parangón. O quizás sí, quizás tenga una versión masculina y paralela en el disco de Ben Watt ‘North Marine Drive’. Qué curioso, ¿verdad?