22.9.05

tontería

En una conversación, ahora no recuerdo cuándo, con el ladrador y el compañero (mis interlocutores habituales junto con el ruidoso en silencio) me vestí de mujer sagaz y alterné, como siempre, mis dos yos más bien curtidos en eso de la charla: la chica lista y la niña inculta (creo necesario señalar que ninguna de las dos me hace justicia). El caso es que muy a menudo me encuentro callando lo propio para escuchar lo ajeno, comportamiento que me sorprende por ser un fenómeno tan reciente en mi vida; comprended que lo habitual hasta hace apenas tres años era que me dejara llevar por el dandy que llevo dentro, como hace él. Este blog es, de hecho, una compensación a mi actual distancia y frialdad, un esfuerzo por ombliguear más de lo recomendable para sanar, de ese modo, mis heridas. Todo esto viene a cuento por que: hoy en clase han mencionado un pasaje de una de mis lecturas más agridulces, una novela que asomó por la citada conversación en un estallido etílico-cultural del sorbedor. Se trata de Waterland y con ésta ya son dos las veces que he negado a Swift en público. Toma un cariz bíblico, el asunto.





PD- Este post es uno de los mejores ejemplos de adaptación-interpretación de verbo highwayano de mi producción -perdonad, pero aún tengo fresca la relectura de The Rachel Papers y, además, ando estos días asmático-esputosa perdida.
Se me ha recriminado (con cariño, eso sí) que este blog es demasiado íntimo, pedante y críptico. A la decena de amiguitos que lo visitáis regularmente os recordaré que esos adjetivos son adecuados también para describir mi relación con, sino todos, sí la mayoría de vosotros.
Por otro lado, qué narices, es MI blog y lo hago como a mi me gusta. And that's the way I like it!