Ayer le pasé el inicio de mi nueva novela a un amigo.
(OJO! En las próximas semanas dos amigos más -Carme y Milo, vamos- recibirán un emailecito con el primer capítulo.)
El feedback de ayer fue muy positivo y me ayudó a comprender algo de mi verbo que me pareció muy interesante. Me sirvió también para encontrar una nueva vía a un problema de narración que me tenía encallada como una ballena en el Thames.
Necesito por lo menos un par de meses de escritura non-stop para poder terminarla y me pregunto de dónde sacaré el tiempo.
Tal y como yo lo veo, esto de escribir ha acabado por convertirse en una apuesta. Es un derby, son caballos y galgos... ¿Tengo que apostar definitivamente por mi caballo favorito (escribir) o por el que todos consideran ganador?
Permítanme seguir con mi metáfora hasta el final, por favor. El caballo ganador (carrera diplomática) es muy elegante y poderoso pero... ¿y si el favorito es el más listo?