'Si me casara con él, admito la posibilidad de amarle de un modo especial y torturador, porque es inteligente y, a veces, en su aspecto, maneras y palabras hay cierta grandeza heroica, y en tal caso yo sería indeciblemente desdichada. No desea que le ame, y si le demostrara algún sentimiento me diría que era una cosa superflua, innecesarira para él e inoportuna en mí. Me consta.'
Un daemon-lover fragmentado para Jane Eyre. Aquí en su mitad John Rivers, más lista y menos sexual que la otra media llamada señor Rochester.