amago de crítica para lozzy
Puede que al lector mediterráneo le sorprenda la frialdad nórdica de los fantasmas de Judith Herman. No es tópico. Sencillamente, es así. Sus personajes se encuentran siempre al límite de la astenia emocional, congelados o desiertos como los paisajes en los que se inscriben, se mueven con la lentitud de un moribundo, con la misma angustia, sus fantasmas, atormentados por el ‘y si’, por un pasado que convive con el presente como si un comensal más en la mesa familiar. El pasado se ha instalado en el presente y amenaza constantemente con devorar el futuro. Desesperanzados, fríos. Pues qué menos…