24.8.08

charming frightened girls




Desde que tengo uso de razón mis días menos favoritos de la semana son los martes y los jueves, días de piscina y gimnasia manchados eternamente por el recuerdo vago de muchos ¡PLIS! ¡PLAS! ¡PUM! ¡SPLASH!.

Mis días favoritos eran y son los sábados y los lunes. Lo de los lunes no tiene sentido pero lo de los sábados es más fácil de comprender... Para mi tienen un no sé qué activo y feliz inspirado claramente por la calle Monterols y el fer dissabte. Así que ayer, como muchos otros sábados, me levanté pronto, puse una lavadora, ordené mi habitación (en cuenta atrás - el miércoles me instalo en Fremont) y salí a la calle antes de las diez de la mañana.

Como de costumbre, mis planes cambiaron radicalmente tras recibir un par de llamadas telefónicas y abandoné mi frugal deseo de lectura y reflexión por un día de visita turística a... un centro comercial.

El experimento fue cuanto menos productivo y reconozco que saqué la tarjeta de mi billetero... para pagar unos posavasos de 2 dólares en Williams Sonoma. Ehem.

Bueno, lo mejor de la jornada fue pasarse por The Vera Project a ver unos conciertos que hubieran hecho llorar de emoción a Vidal (jander y ruidismo) y una sesión de medianoche en el Egyptian para ver... tachín! tachín! Breakfast at Tiffany's!

Nunca la había visto en una pantalla de cine... aunqué la habré engullido ¿quince veces? Mmmhhh... no espera, quizás dieciséis. Todos los gays del estado de Washington estaban ahí y salimos del cine con las lágrimas puestas y un runrunrun de ver a George Peppard que daba gusto. A mis acompañantes les metí un rollo de veinte minutos en plan cine forum sobre mil detalles absurdos de la peli. Algunos creen que Marilyn Monroe (la elección de Capote para el papel de Holy Golightly) hubiera sido más adecuada al toque putón de la novela. Yo no he leído la novela desde que vi la película por primera vez.

Mejor así.